Una oclusión perfecta (o de Clase I) se
produce cuando todas las piezas y dientes superiores encajan o se
ajustan con los dientes inferiores y los molares encajan con los surcos
de los molares de la mandíbula opuesta. Si los dientes no están bien
alineados o no ajustan de forma adecuada, podemos considerar que existe
una oclusión dental defectuosa.
Existen varios tipos de mala oclusión. Según el origen, puede ser de tipo dental, o de tipo esquelético, según si la mala oclusión procede de una desalineación de las piezas dentales, o de una desalineación de los huesos mandibulares.
Tanto si el origen es dental como esquelético, la mala oclusión puede ser de clase II, o de clase III. Cuando el maxilar superior se superpone al inferior y se produce sobremordida (oclusión de clase II),
lo cual puede acarrear problemas. Si la mandíbula inferior sobresale
hacia delante y se superpone al maxilar superior se produce la submordida (oclusión clase III), otro tipo de oclusión dental defectuosa.
Una oclusión dental defectuosa tiene diferentes
causas o factores que la originan: Puede ser un problema hereditario,
una diferencia de tamaño entre maxilares o entre mandíbula y dientes,
hábitos en la infancia incorrectos, como chuparse el dedo o usar biberón
tras los 3 años, tener dientes extras, impactados o malformados, usar
prótesis o correctores dentales mal ajustados o coronas y los tumores en
la mandíbula o boca.
Los problemas de oclusión dental
suelen ser descubiertos por el dentista u odontólogo cuando el paciente
se ve afectado por los clásicos síntomas, como la anormal alineación de
los dientes, una apariencia anormal en la cara, una dificultad excesiva
para morder y muchos otros. El odontólogo recomendará en cada caso el
tratamiento adecuado para corregir la posición de los dientes.
Dr. Claudio A. Sorrentino